La forma de plasmar el aspecto de un
territorio a lo largo de la historia, ha contribuido a situar los lugares y
accidentes geográficos del espacio que nos rodea. La investigación sobre
nuestro entorno inmediato, tiene en la cartografía histórica un importante
pilar para comprender la evolución del ámbito donde desarrollamos nuestra vida.
El espacio geográfico, sus formas de organización y representación también constituye
una importante muestra de nuestro legado
común. Los primeros intentos de representar el ámbito que nos rodea, desde la
perspectiva humana se hunden en la Prehistoria. Existen historiadores que se
remontan a las últimas etapas del Paleolítico para situar las primeras
representaciones cartográficas en piezas de piedra y hueso. Aunque los ejemplos
más claros de primeros mapas están plasmados sobre las tabletas de arcilla
babilónicas. Los mapas egipcios avanzaron en estas representaciones y cerámicas
posteriores como el mapa de Solento, fechado en el 500 a.c. contribuyeron a
desarrollar la ciencia cartográfica. El primer antepasado directo de nuestros
mapas es el controvertido papiro de Artemidoro.
La manera de plasmar la percepción del
espacio geográfico va evolucionando a lo largo del tiempo, y ya en la plena
Edad Media las informaciones geográficas del ceutí Al Idrisi, sirvieron para
dibujar uno de los mapas más completos de Al Andalus. Alrededor del año 1154 se
confecciona el primer mapa del mundo conocido llamado “Tabula Rogeriana”, que
fue realizado en la corte del rey Roger II de Sicilia. En este curioso
documento, la imagen que se nos muestra de la tierra no es la común en mapas
posteriores. En esta Tabula, el sur
(África) se sitúa en la parte superior del documento y el norte en la
inferior. Al Idrisi que en su infancia vivió en Qurtuba (Córdoba), realizó la
primera descripción de los lugares habitados, que por etapas cubrían el camino
de Córdoba a Sevilla por la vertiente norte del Guadalquivir en su obra “solaz de corazones y prados de contemplación” (Uns al-muhay wa-rawd
al-furay”)[1]. En el mapa de Al Idrisi podemos ver la representación de ciudades
cercanas a Palma del Río como Córdoba, Écija y también el accidente geográfico
que influyó en la creación de nuestra ciudad, la unión de los dos grandes ríos
de Andalucía.
El mundo
conocido, amplió sus horizontes a comienzos de la Edad Moderna con los
descubrimientos de nuevas rutas y continentes. Esta revolución también permitió
un desarrollo de la cartografía como ciencia de uso cotidiano y se empezaron a
representar territorios con más detalle. Los cosmógrafos y viajeros europeos de
los siglos XVI y XVII realizaron mapas cada vez más avanzados donde se acercaban
con más minuciosidad al territorio. En este momento comienzan a aparecer
señalados en los mapas los pueblos del valle del Guadalquivir como Palma,
Peñaflor e incluso pequeños núcleos habitados hoy desaparecidos como “Almenara”
en los alrededores del castillo del mismo nombre, o “La Venta” en la orilla
norte del Guadalquivir entre Palma y Peñaflor.
La primera
muestra de Plano con una mayor cercanía a nuestro territorio, lo tenemos en el
plano del año 1628 de la villa de Peñaflor custodiado en el Archivo General De
Simancas. En este interesante documento podemos observar una imagen clara del
territorio de la localidad vecina y de elementos comunes como el antiguo puente
del Retortillo, Almenara, el sotillo de Palma, el castillo del Toledillo, etc.
Las
proyecciones cartográficas de Palma del Río, aún se quedaban en trazos de
líneas en planos con una vaga situación. En el siglo XVIII tenemos el plano de
la villa que precede al catastro de Ensenada y un bosquejo en forma de dibujo
de la comarca en 1767, conservado en el Archivo Histórico Nacional. Este boceto
de mapa pudo estar relacionado con un documento cartográfico levantado para la
situación de las nuevas poblaciones de Andalucía y donde viene reflejado con
mayor exactitud Palma del Río y su entorno. En dicho mapa, se nos muestran los
pagos de huertas alrededor de los meandros del Genil y el hoy desaparecido
bosque de la Palmosa.
A principios del siglo XIX, en el año 1802
encontramos el primer dibujo de una demarcación de tierras de nuestro pueblo.
Este plano custodiado en el Archivo de Protocolos Notariales de Posadas, nos
muestra las lindes de los terrenos de la Palmosa, Gómez y Añez, la vera del
Alamillo y el camino al Fuentes de Andalucía.
De la primera mitad del siglo XIX también
tenemos dos buenas muestras cartográficas. La primera es un mapa del curso del
Río Guadalquivir entre Sevilla y Córdoba que nos sirve para conocer el antiguo
cauce del río y como ha cambiado en el último siglo y medio. En los comienzos
de esta centuria se puede situar la información plasmada en el plano a color de
la zona del injertal de Miravalles conservado en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza ( sección del ducado de Hijar ). En esta obra cartográfica se nos muestran antiguos caminos,
cortijos y zonas de monte puestas en labor.
Durante los años setenta del siglo XIX los
mapas de Palma del Río se multiplican al desarrollarse infraestructuras como el
ferrocarril y el puente sobre el Guadalquivir[2]. Precisamente alrededor de
la construcción de este importante enlace entre las dos orillas del río grande,
se levantó un interesante plano de zona por el que podemos conocer varios datos
importantes para la historia de Palma[3]. En primer lugar,
observamos como al llegar a nuestro pueblo, el Guadalquivir tenía varios brazos
o madres que en las grandes avenidas como las del año 1862 se llenaban de agua.
Además, podemos conocer la situación de un puente anterior y más antiguo
levantado en madera y construido unos metros río abajo del actual puente de
hierro. Según este plano, este puente de madera estaba construido sobre dos
grandes montículos de tierra que servían para apoyar el estribo del puente y así
cruzar el río. Este puente de madera desembocaba frente a la actual estación de
tren. Tras la ruina de esta construcción, acontecida tras la gran inundación
del año 1862, por aquel lugar continuaron atravesando el río barcas. Por esta
razón, el camino que llevaba a este antiguo paso del Guadalquivir se llamaba de
la Barca. Todavía hoy día existe parte de este camino de tierra con la misma
denominación.