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martes, 31 de octubre de 2023

Los castillos olvidados del parque natural de Hornachuelos

Durante mucho tiempo había decidido abandonar este blog que me servía de diario variopinto,  para mis investigaciones. La principal razón está relacionada con la utilización del material que publicaba sin la correspondiente cita de origen. Esta falta cita se puede entender  y excusar entre las personas alejadas del mundo académico, pero en las ocasiones en que investigadores han usado estos materiales, sin  la correspondiente mención demuestra una importante falta de ética profesional. La cita de autoría o mención, engrandece principalmente al que cita porque demuestra su amplio dominio de las fuentes históricas. 

Cuando ocultamos o nos apropiamos de algo en este ámbito, nos empobrece como investigadores y nos señala como personas que buscan en la historia el afán de notoriedad. En consecuencia, decidí alejarme del blog y no volver a publicar, no por miedo a las apropiaciones sino por evitar contribuir a la notoriedad ajena.

Ahora vuelvo al blog para comunicar y difundir una de las investigaciones que me ha llevado más tiempo y trabajo. Los esfuerzos en historia no siempre tienen sus frutos, pero en este caso me puedo dar por satisfecho. Recuperar del olvido varios monumentos aunque sea en un área complicada y marginal, no por secundaria si no por estar al margen de las principales temas de investigación histórica, tiene su valor e importancia. A pesar de que en este ámbito geográfico el trabajo del investigador sea casi imposible, a pesar de las apropiaciones privadas del territorio, y a pesar, de que a la mayoría de las autoridades políticas y administrativas les resulte intrascendente, la memoria de estas gentes que hace mil poblaron estas sierras, vuelve en parte a estar con nosotros en pleno siglo XXI.

Enclaves fortificados y poblamiento medieval en la Sierra del Águila (Hornachuelos): los castillos del «Comendador», de «Comares» y la torre de «Casa Fuerte» | Meridies. Estudios de Historia y Patrimonio de la Edad Media (uco.es)





 

jueves, 15 de noviembre de 2018

Villadiego y la hermandad general de Andalucía



La plena Edad Media en el valle Guadalquivir estuvo marcada por dos fechas que cambiaron el desarrollo histórico de la Andalucía del Baetis. La primera de ellas fue la conquista de Córdoba por las tropas castellanas del rey Fernando III en 1236. El segundo hito se produjo en 1248, cuando Sevilla la antigua capital de los Almorávides y Almohades cae también bajo el control castellano y los dominios del rey Fernando III aumentan de manera considerable. Las nuevas tierras en el valle del Guadalquivir habían sido controladas tras el derrumbe del imperio Almohade. Pero el dominio efectivo de la corona Castilla sobre el territorio, era débil y localizado en los grandes núcleos de población. Los antiguos habitantes andalusíes eran numerosos en el espacio rural. Este factor hizo que desde el principio, los nuevos pobladores cristianos necesitaran de un apoyo militar constante ante el peligro de rebeliones mudéjares como la ocurrida en 1264. Para reforzar las defensas mutuas entre villas y ciudades del alto y bajo Guadalquivir, ciudades como Jaén, Úbeda, Baeza, Andújar etc..., se organizaron en estas primeras hermandades fronterizas en el año 1265. En 1269 Alfonso X autoriza la creación de otra hermandad entre los concejos de Sevilla, Carmona, Jerez, Arcos, Niebla, Huelva, etc.….

Ilustración de Irene García Ruibérriz de Torres

La Hermandad General de Andalucía nació en 1295 para integrar a los principales municipios de la orilla del Guadalquivir y de Andalucía occidental. Entre 1295 y 1320 se celebraron reuniones todos los años en distintos municipios y villas. En su última década de funcionamiento (1312, 1313, 1319, 1320) las reuniones se producen en esta comarca (en Palma del Río y Peñaflor ) 1. A lo largo de estas reuniones los acuerdos de defensa y protección mutuas fueron desarrollándose y aplicándose a la frontera con el reino nazarí de Granada y al peligro benimerín que avanzaba desde el norte de África. Los tiempos difíciles y convulsos de las tierras andaluzas sufrieron un nuevo contratiempo con la muerte de Fernando IV y la minoría de edad del rey Alfonso XI. Las disputas por ejercer la tutoría y regencia en Castilla provocaron que la hermandad, a partir de 1320 entrara en crisis. La reunión celebrada en Peñaflor en abril de 1320 fue la última donde se escenificó la unidad de los concejos andaluces. Los siguientes cinco años vieron como esta unidad se descomponía con rapidez, por las disputas entre nobles e intereses cruzados entre las élites de ciudades importantes como Córdoba.


El motivo de la elección de Villadiego como lugar de encuentro de la Hermandad fue claramente la centralidad de esta comarca en el valle medio del Guadalquivir. Aquí podían encontrarse los municipios y villas del alto y bajo Guadalquivir. Además el camino entre Córdoba y Sevilla dotaba de un medio de comunicación directo y rápido entre las dos grandes ciudades andaluzas. Otro factor importante de la elección de Villadiego era su naturaleza de lugar fortificado, que proporcionaba la seguridad necesaria a los representantes de todas las villas del Guadalquivir, en unos tiempos tan difíciles como los de principios del siglo XIV.


Los acuerdos de la Hermandad General de Andalucía en la ermita de Villadiego se conservan de manera parcial, dentro de la documentación del archivo ducal de Medina Sidonia. Uno de los documentos más importantes fue el acuerdo firmado en Villadiego el 26 de agosto de 1320, por el que todas las ciudades representadas pactaron no recibir tutor del rey sin un acuerdo general, controlar las rentas de la corona y al adelantado de la corona en Andalucía. Este acuerdo muestra la intención de obtener cierta autonomía política, mediante la unión en la hermandad de las grandes ciudades andaluzas. Además la junta celebrada en Peñaflor acordó firmar la paz en la frontera con el reino de Granada, organizar la defensa del estrecho de Gibraltar y la ayuda mutua entre las milicias concejiles de los pueblos de Sevilla y Córdoba, para asegurar la defensa de la campiña durante el tiempo de la recogida de trigo.


En la ermita de Villadiego durante 1320 la Hermandad General de Andalucía pactó autoprotegerse, velar por unos intereses comunes ante la falta de poder provocada por la niñez del rey, y organizarse como organismo político de un nuevo territorio que empezaba a configurarse. El proyecto que se levantó en Peñaflor pervivió poco tiempo ante los intereses opuestos de las grandes ciudades. Aún así nos dejó documentación histórica interesante que acaba con la sentencia de “En Peñaflor a 23 de abril de 1320, otorgamos e conçedemos que en serviçio de Dios e de nuestro sennor el rey Don Alfonso e pro e guarda de la tierra que ponemos por el poder que estos sobre dicho nos dieron, demás de las cosas que fueron e son puestas en la hermandat que todos los de las villas del Andalusia avemos en uno, lo que aquí será dicho… “.2 El año próximo se cumplen 700 años de la primera reunión de la Hermandad General de Andalucía en la ermita de Villadiego, y será el momento de conmemorar un hecho histórico que situó a Peñaflor en el centro del Valle del Guadalquivir.
1 Nieto Cumplido, Manuel. “Palma del Rio en la Edad Media (855-1503)”.
2 García Fernández, Manuel. “La hermandad general de Andalucía durante la minoría de Alfonso XI de Castilla: 1312 - 1325.” Historia. Instituciones. Documentos, ISSN 0210-7716, Nº 12, 1985, págs. 311-376.

viernes, 4 de mayo de 2018

Lagunas de Palma del Río


La primavera lluviosa que estamos disfrutando ha resucitado fuentes, arroyos y uno de los elementos del paisaje de la campiña más importantes, las lagunas. Aunque en los últimos siglos la puesta en cultivo, la práctica agrícola y el paulatino cambio climático las han condenado a la desecación. Cuando el año viene fuerte en lluvias toman vida estos humedales estacionales. El terreno de la campiña que forma terrazas sobre el valle del Guadalquivir está compuesto por zonas donde abundan suelos con gravas, arenas, areniscas, limos y arcillas. Este tipo de tierra favorece la acumulación de grandes cantidades de agua en algunos lugares concretos durante varios meses al año. Aunque la mayoría de estas lagunas no sobreviven a las altas temperaturas del verano, quizás en tiempos remotos dónde el clima pudo ser más lluvioso y frío, pudieron sobrevivir las más grandes de ellas durante todo el año. 



Cuando nos fijamos en las lagunas de Palma del Río habría que señalar que el conjunto de lagunas más importantes ha desaparecido. Estas lagunas aparecen en el primer mapa topográfico con el nombre de Laguna Mendoza y estaban situadas en la zona del cortijo Guzmán a ambas orillas de la vía pecuaria que unía Palma del Río con el municipio de La Campana. Estos humedalas fueron desecados durante los años sesenta del siglo XX, pues aparecen en la primera fotografía aerea que se realizó entre los años 1956 - 1957 ( el llamado vuelo americano ) . En la siguiente fotografía aerea realizada entre los años 1973 - 1986 ya no aparece este conjunto de lagunas. En la actualidad, la zona es ocupada por dos centrales de generación eléctrica mediante panales solares. Para evitar el encharcamiento del terreno ambas centrales cuentan con sistemas de drenaje que funcionan durante todo el año.

Foto aérea del vuelo americano ( 1956 - 1957 ) donde se aprecian las lagunas


Área de las lagunas y mediciones de su extensión

Siguiente foto aérea realizada a partir de 1973 ( las lagunas ya son tierras de cultivo )


En la actualidad se conservan dos lagunas en la demarcación de tierras de los cortijos de Somontes, Miravalles y Los Llanos. Estas lagunas aparecen en el mapa de la zona conservado en el Archivo de la Corona de Aragón y del que ya he hablado anteriormente. El mapa nos señala que en la zona existían cuatro lagunas ( de La Barranca, del Contador, de La Arenilla y de Somontes ). 

Con la letra o ( Laguna de la Arenilla ) . Con la letra P ( Laguna de Somontes )

Laguna de Somontes en el primer mapa topográfico ( finales del siglo XIX )
Mapa topográfico actual ( la laguna ha desaparecido )


Como observamos en la primera edición del mapa topográfico de la zona, la laguna de Somontes ya ha perdido su nombre y sólo aparece como laguna. Y en la edición actual ya no aparece ni como laguna, sólo su contorno es señalado en verde como zona de arbolado. Este conjunto de árboles son esencialmente eucaliptos plantados para desecar la laguna. Esta especie de árboles tiene una gran capacidad de absorción de agua y han sido utilizados tradicionalmente para desecar este tipo de charcas y lagunas. 
 Foto aérea con el área de la laguna de Somontes - Miravalles 


Foto panorámica del interior de la laguna de Somontes tras las lluvias

Foto del exterior de la laguna de Somontes

Esta es la laguna más importante de la zona. Sin embargo cerca se conserva otra más pequeña que en el mapa del siglo XVIII recibe el nombre de laguna de la Arenilla. Esta laguna está prácticamente desecada.

Foto panorámica del exterior de la laguna de la Arenilla


 En el otro extremo del término municipal de Palma del Río, existe otro conjunto de dos lagunas. Una de ellas está en la zona de La Jara, cerca de la linde con el término municipal de Fuente Palmera. Y la otra sirve de límite entre ambos términos, aunque la mayor parte de esta laguna entra dentro del término municipal de Fuente Palmera. Observando las fotos aéreas desde el año 1956 - 1957 vemos como la práctica de plantar eucaliptos para desecar las lagunas es muy reciente. En la primera foto aérea no aparecen dichas plantaciones.


Fotos aéreas que sirven para conocer la evolución del arbolado de eucalipto desde 1956


Foto de la laguna de La Jara

Foto de la laguna situada en la carretera entre Palma del Río y Fuente Palmera



Estos humedales aún cuentan con un valor paisajístico y ambiental.  Aunque su vida sea efímera y dependan del cielo para revivir, no podemos olvidar su importancia en un ecosistema tan alterado como el de la campiña. En algunos lugares este tipo de humedales han sido protegidos y sometidos a procesos de restauración. 

jueves, 19 de abril de 2018

El Real Fisco de la Inquisición de Córdoba



Durante más de trescientos años la inquisición marcó la vida cotidiana de los españoles. Sobre esta institución hay muchas verdades, pero también mucha leyenda.  Normalmente la mayoría de los que se acercan al conocimiento del Santo Oficio, se fijan en las formas de tortura y de represión de las personas que creían, pensaban o sentían de forma diferente a lo que la iglesia predicaba. Sin embargo, la huella de la inquisición fue más allá, tanto por lo prolongada de su acción, como por el eco que provocó en las costumbres del pueblo. Cuando hablamos del pueblo, empezamos la aproximación a ese umbral de nuestro pasado que es la historia local. Sin la historia local podemos perder la perspectiva espacial de nuestro pasado. Por eso es tan importante una  pequeña obra de apariencia, pero de gran impronta. Ese libro breve y de fácil lectura se titula “La Mala Planta “y su autor es Alvaro Castro. Esta rigurosa y divulgativa obra sobre la inquisición en Palma del Río es un valioso ejercicio de microhistoria local. Saber cómo vivió y sufrió la población palmeña el fenómeno de la inquisición también tiene sus lugares. Por eso desde hace un año, tanto el Alvaro Castro como el que escribe, realizamos una ruta temática sobre la Inquisición en Palma del Río. Aunque pensamos que sólo se haría una vez, en cada cita aparece gente y postergamos el fin de este ejercicio de conocimiento histórico. Este próximo sábado 21 de abril será la cuarta vez que hablaremos sobre la Inquisición en Palma.


La inquisición durante todo su periodo de acción levantó una burocracia compleja que con el tiempo necesitó recursos económicos para ampliar su represión y poder. Y aquí es donde entra en juego un organismo creado por el Santo Oficio para financiarse. Con el nombre de Real Fisco de la Inquisición, el santo oficio en 1550 creó su propia entidad fiscal para obtener recursos económicos y manejar sus finanzas (ingresos por canonjías, obras pías, etc… ). Quizás el apartado más oscuro y que probablemente le dio más ingresos, fue la confiscación de bienes de los procesados por el Santo Oficio. La Inquisición no sólo podía apresarte, encerrarte, juzgarte y  (si finalmente eras condenado a muerte) “relajarte “. La relajación era el término utilizado para denominar la ejecución pública (auto de fe) tras la condena del tribunal.


Esta entrada lleva el título de Real fisco, porque en una visita al archivo de Protocolos Notariales de Posadas, consultando información sobre Palma del Río, encontré un documento en la caja 0149 en el cual el Real Fisco de la Inquisición de Córdoba  aparece en una escritura notarial de Palma del Río. Según este documento,  en el año 1670 Ana de León que vivía en la Calle Salvador y era viuda de Domingo García se obligaba a pagar 2.400 reales de vellón del precio y valor de un mulo que “ nos fió y vendió en dicha cantidad y en cuyo derecho y acción sucedió al Real Fisco de la Inquisición de la Ciudad de Córdoba  por el alcance de maravedís que se hizo de otorgar por Rodríguez del Caño como depositario que fue de los bienes secuestrados a Juan Fernández Martos , relajado que fue vecino de la villa de Marchena “.


Como aparece el documento la Inquisición no se conformaba con “relajarte “, también confiscaba todos tus bienes y posteriormente sacaba provecho económico de esas propiedades requisadas a los que habían sido penados (aunque sólo fuera un mulo). En esta ocasión sólo podemos conocer una pequeña parte del fenómeno inquisitorial, pero su sombra ocupaba todos los ámbitos de la vida de los que fueron tocados por el santo oficio.

viernes, 2 de marzo de 2018

El ermitaño del Retortillo

Durante algunos años tras terminar la carrera me dediqué a investigar algunos lugares y referencias históricas en las primeras elevaciones de Sierra Morena. Aunque finalmente me decidí a profundizar en el tema del territorio y su influencia en las fortificaciones de la zona durante la Edad Media. También estuve investigando sobre las órdenes monásticas que en el comienzo de la Edad Moderna ocuparon amplios espacios en el desierto de Sierra Morena. La primera de estas órdenes fue la franciscana con sus fundaciones de San Luis del Monte ( Peñaflor ) a orillas del Retortillo, y de su sede principal en el convento de Los Ángeles ( Hornachuelos ) a orillas del Bémbezar. Estas ubicaciones a orillas de los dos grandes afluentes septentrionales del Guadalquivir no estaban elegidas al azar. Tampoco era casualidad que primero los franciscanos y luego los basilios del Tardón, se asentaran en una de las zonas menos habitadas de Sierra Morena. La finalidad de estas fundaciones fue dotar de una estructura organizada ( una regla monástica ) a lo que desde la baja Edad Media estaba ocurriendo en las faldas de los cerros al norte del Guadalquivir, la aparición de ermitaños. Estos hombres se alejaban voluntariamente de la civilización para vivir la religión en total comunión con la naturaleza. 

Ruinas de San Luis del Monte

El fenómeno del eremitismo aparece en muchos credos y religiones. Incluso en la España musulmana existieron murabit ( ermitaños ). Tras la conquista cristiana en la zona de Sierra Morena, se empezaron a establecer ermitaños que con el tiempo fueron acogiéndose a la regla franciscana o posteriormente a la del Tardón. Una de las primeras referencias conservadas en documentación, y precursor de la provincia franciscana, fue la del ermitaño Juan de Blanca en la zona de Hornachuelos. Incluso el místico Bernabé de Palma pasó varios años alejado del mundo en las espesuras y riscos de los antiguos montes marianos. Tras la aparición de estas órdenes en las que los ermitaños se acogían a una regla y podían hacerla compatible con el retiro el fenómeno posiblemente fue descendiendo. 


Vista del río Retortillo desde San Luis del Monte

Sin embargo, a finales del siglo XVI encontramos una curiosa referencia en el libro de registros del hospital de San Sebastián donde se habla de un ermitaño que había conservado su aislamiento, sin reflejarse que estuviera acogido a ninguna comunidad monástica. La mención a este curioso personaje me la proporcionó Rafael Nieto, amigo y gran investigador local. En una de nuestras conversaciones sobre historia cuando estábamos excavando el yacimiento arqueológico de La Verduga, le comenté mis investigaciones sobre los ermitaños y me dijo que leyendo los libros de registro de enfermos del Hospital de San Sebastián de Palma del Río había visto una mención a un ermitaño. Rafa era un investigador minucioso, apuntaba todo tipo de datos para luego someterlos a un laborioso trabajo de reflexión, y conservaba la referencia de dicho ingreso. Pasados unos días me dio la referencia del tomo donde se encontraba el ingreso del ermitaño (Archivo Municipal de Palma del Río hospital de San Sebastián libros de registro año 1595 ). Tras esa alusión, me dediqué a buscar todos los abrigos y cuevas del Retortillo en las dos orillas hasta llegar al antiguo convento de San Luis del Monte. Ninguno de aquellos abrigos parecía haber albergado un habitat habitual, más allá del refugio de ganado. La búsqueda había sido inutil y por largo tiempo quedó como una referencia histórica sin lugar conocido.

Abrigos en la caliza que abundan en las orillas del río Retortillo

Sin embargo, todo cambió hace unos cuatro años cuando durante uno de paseos en el que buscaba interpretar unas estructuras y sillares que había localizado en la orilla palmeña del Retortillo me fijé en una covacha en la orilla sevillana de este río. Me acerqué a dicho lugar y pude comprobar como aquel abrigo horadado por el tiempo en la caliza había sido encalado hacía mucho tiempo y conservaba una especie de Hornacina. Además estaba orientado a la salida del sol y también había cerca un manantial de agua limpia

Posible cueva de ermitaño con hornacina


Detalle de hornacinas

Tras encontrar el lugar volví al archivo y busqué la referencia que en su día me dió Rafael Nieto. Allí encontré algo más de información. El nombre del ermitaño era Pedro de los Grados y su ingreso en el hospital se produjo el viernes siete de julio de 1595. Esta es la transcripción de su referencia de ingreso : " En viernes siete de julio de 1595 se rescibió un ermitaño de las quevas del retortillo es muy viejo, llamase Pedro de los Grados Quadrado es natural de Belalcaçar ". 

 Documento original donde se menciona el ermitaño

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Entrevista en el boletín del proyecto "Conoce tus fuentes "



Hace unos meses desde el proyecto " Conoce tus fuentes " me pidieron que contestara algunas preguntas para incluirlas en su boletín. Aquí reproduzco esa entrevista.
En este enlace se puede descargar el boletín completo: 

http://www.conocetusfuentes.com/documentos/doc_prensa_44.pdf




lunes, 18 de septiembre de 2017

La orden de San Juan y la defensa del Valle del Guadalquivir: los castillos de Malapiel y Almenara


Hace unos meses ha sido publicado mi artículo sobre la orden de San Juan y los castillos de Malapiel y Almenara en la revista de estudios locales de Lora del Río. 
Aquí el enlace de la revista:
https://issuu.com/culturaloradelrio/docs/revista14_estudios_locales_lora_del