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lunes, 27 de agosto de 2012

Arrieros


Hasta hace apenas cuarenta años Andalucía era tierra de arrieros, tierra de hombres que apuraban los caminos. Por entonces las “veredas de carne” eran lugares de paso por donde los burros en sus serones acarreaban naranjas, grava, picón de la sierra, etc... Hoy en estas veredas crecen alambres de espinos, sembrados por los que hasta antes de ayer necesitaban del auxilio de estos caminos, transitados por burros para poder llamarse civilizados. Mientras nosotros olvidamos lo que fuimos, otros aprovechan  para usurpar esta porción de nuestro pasado colectivo.

Cuando algunos se avergüenzan de las huellas de sus ancestros, acomplejados, disimulando con un presente amnésico la virtud de la humilde supervivencia, prefiero recordar nuestro testimonio como pueblo, desde la memoria colectiva hasta el pequeño recuerdo de unas viejas “angarillas”, fondeado en cada detalle de la historia para asimilarla en nuestro periplo. Los arrieros vertebraron este tapiz andaluz conectando cada rincón de esta región hasta hace cuarenta años. Su labor empezó a ser despreciada y el desarrollo poco a poco, acabó con un medio de transporte milenario. Pero el tiempo pasó y defender aquella forma de vida no significa vender una falsa nostalgia. La vida ha cambiado y desde nuestra prisa, en la comodidad actual, debemos recordar aquellos caminantes, caminantes que hicieron su camino con cada paso, al caminar. Encarnaron a la perfección los versos de aquel arriero de la palabra, caballero de la poesía, don Antonio Machado.

Siempre el primer borrico llevaba un gran cencerro anunciando la “arria”, un cortejo de colores recorría cada palmo de esta tierra. Los arrieros seguían el deambular de las “bestias” caminando a su “vera”, hombre y bestia compartían la misma senda, el mismo cielo, no siempre estrellado en las noches de aquella hambrienta España. Es tan efímera nuestra memoria que ya no recordamos cuando Andalucía era conocida como tierra de arrieros, como bien señala don Antonio Domínguez Ortíz en su magnífico libro titulado “Historia de los moriscos”.

Últimamente sólo nos acordamos de este noble animal en los días de romería, observamos como cualquiera puede montar un rucho pagando, se ríen de toda una cultura que se extingue. Entonces prefiero recordar a Juan Ramón y me coloco al lado de Platero, cuando todavía le quedaba dignidad a esta noble bestia, aveces tan humana que supera al inquilino de su cabalgadura.

Dedicado a la memoria de arrieros como mi abuelo, caminantes que hicieron camino al andar ...

Serones  :  Alforjas utilizadas por los arrieros para colocarlas a ambos lados de los burros para transportar diferentes tipos de mercancías.
Veredas de carne : Caminos comunales utilizados en el medio rural para transportar ganado o para el transporte de mercancías a cargo de los arrieros.
Arria : Columna de burros en fila.
Rucho : Burro pequeño. 



Artículo publicado originalmente en la Revista Saxoferreo.

lunes, 6 de agosto de 2012

Galería de agua del Río Retortillo

Desde hace tiempo tenía pensado realizar una entrada que incluyera esta galería de agua que puede simbolizar la mezcla de temas que estoy tratando, la memoria de la piedra y los ríos de historia. La zona del Retortillo la conozco desde mi niñez, con mi padre solía ir a pescar y recorrer la orilla de este Río muy antropizado en los últimos tiempos. Allí fue donde me fijé en un agujero que existía en la misma orilla del Río, en un afloramiento de piedras junto al agua. De niño pensaba que era una cueva de las que tanto abundan por las orilla del Retortillo y que en algunas ocasiones fueron utilizadas por  ermitaños. Pero con el tiempo, he vuelto a visitar la zona, buscando referencias documentales que en próximas entradas contaré. En una de esas visitas, andando junto a mi padre  por la zona, me recordó la historia de la cueva y me decidí a buscarla. Estaba en el mismo lugar, cerca del agua y cubierta por una higuera y zarzas. Las escasas lluvias de este año, me permitieron bajar a la entrada del orificio y fijarme que lo que de niño pensaba que era una cueva pequeña, en realidad era una galería excavada en la piedra que se perdía en el interior de piedra. Tras andar por la zona, encontré el orificio de salida de la galería que conectaba con la zona de cultivo cercana, muy modificada en los últimos años. 
Después de volver a visitar en los últimos días este tunel de agua, de internarme en su interior unos diez metros y fotografiarlo, sigo sin tener pruebas claras de la utilidad de esta galería que desemboca en el Retortillo. El aspecto del tunel es claramente artificial y puede estar relacionado con construcciones históricas como un puerto de noria que documenté aguas arriba o el cercano puente romano.
En este paseo por el inframundo, pude comprobar como en el interior todavía se conservan materiales de arrastre que provendrían del supuesto molino o manantial que vertería sus aguas mediante este tunel en el Retortillo. La longitud es de unos veinte metros y parece tener derrumbes internos en la parte final por donde entraría el agua a esta galería. Construcciones de este tipo encontramos desde el periodo romano, minas de agua para canalizar regadios, los Qanat árabes, etc.., pero todos estos ingenios hidráulicos son mas grandes y de otra configuración que el del antiguo Río Melbal. La investigación histórica, tiene este proceso de analisis de todos estos hallazgos, que seguiré intentando interpretar. Como el cuaderno de campo que es este blog, sólo puedo aportar los comienzos de estas pesquisas.
 Como curiosidad, hace unos días leí en un blog de Palma del Río las antiguas leyendas que hablaban de los túneles de Palma del Río. Como muchas leyendas son interesantes pero sin constatación real. Por ahora el único túnel o galería, que existe en Palma del Río es éste del Retortillo

miércoles, 1 de agosto de 2012

Marcas de cantería en la Torre de Villadiego de Peñaflor

Continuando con la serie de entradas sobre la piedra y sus usos históricos, dejo a continuación un artículo que aparecerá en breve en una revista local de Peñaflor sobra las marcas en los sillares del torreón medieval de Villadiego en la antigua Celti.

El estudio y conocimiento de las marcas y señales en edificios históricos, denominado gliptografía se ha convertido en una disciplina auxiliar de la historia y la arqueología de bastante actualidad1. La piedra y los distintos soportes constructivos, también guardan memoria y ya sea mediante grafitos o marcas podemos leer en las paredes de nuestros edificios históricos una información histórica de singular utilidad. Estas marcas las encontramos en muchos monumentos y en nuestro ámbito cercano también existen. 
  La torre – ermita de Villadiego en Peñaflor, posee un conjunto de marcas inscritas en la piedra muy interesante. El conjunto más llamativo son las representaciones de flechas que existen en la habitación que da acceso a la parte superior de la torre. A lo largo del doble arco de sillares de piedra que sostiene la techumbre, encontramos esta decoración de flechas que señala al techo y estaría relacionada con la finalidad bélica de este torreón defensivo datado en el siglo XIV2. Una representación similar pero realizada sobre el tapial la encontramos en un torreón de la muralla de Palma del Río donde existe un grafito de ballesta y flecha con una forma parecida a las de Villadiego. 
En otros castillos cercanos a Peñaflor, como los del Toledillo – Malapie o Almenara también existen marcas con otras formas, pero no son tan claras como las de la actual ermita de Villadiego. Aunque el símbolo de la flecha es el más común en el interior de la torre, existen otras marcas que nos relacionan la torre con el puente realizado en el siglo XIV para cruzar el Río Bembezar a la altura de Moratalla.

La representación de flechas en edificios defensivos medievales es común como motivo decorativo y simbólico. Los muros, techos, y maderas de muchos de nuestros monumentos guardan señales que identificadas e investigadas nos muestran un singular archivo histórico.

1.Para acercarse a esta forma de analizar estas marcas y símbolos recomiendo este blog : http://elgrafitohistorico.wordpress.com

2. Magdalena Valor Piechotta. Las fortificaciones de la Baja Edad Media en la provincia de Sevilla”. Historia, instituciones, documentos, ISSN 0210-7716, Nº 31, 2004, págs. 687-700.