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martes, 12 de agosto de 2014

El padrón de armas de Peñaflor

En el Archivo Municipal de Écija se conserva una interesante documentación sobre la villa de Peñaflor fechada en el año de 1636. Durante el mes de marzo de ese año, una comisión formada por el alcalde Juan Nieto de Alfaro y los regidores Francisco de León Agredano y Francisco de Velasco, visitó todas las casas de la villa para contabilizar los hombres de cada hogar, conocer su edad y descendencia. El objetivo de esta recopilación de información pudo estar relacionada con la unión de armas promovida por el Valido del rey Felipe IV. Mediante este proyecto, el Conde Duque de Olivares pretendía que todos los “reinos, estados y señoríos” de la corona contribuyeran con hombres, armas y dinero en proporción a su riqueza para la defensa del estado y sus intereses. Recordemos que la monarquía hispánica estaba implicada en varios conflictos armados en el continente y necesitaba recursos humanos, materiales y monetarios. Por ello, se realizó este inventario que nos lega la primera información sobre la población de Peñaflor a comienzos del siglo XVII.

En este primer padrón podemos observar que el pueblo contaba con 141 cabezas de familia repartidos por las distintas calles de la villa. Estos hombres eran clasificados por edades, estado civil, número de hijos y la edad de estos. Además de conocer sus nombres, en algunos casos se señalan oficios como tejedor, albañil o carpintero, aunque se presta especial atención a los que habían prestado servicios en el ejército. Este censo militar, nos señala que ocho habitantes de Peñaflor habían sido mozos o soldados de milicia.

La información que nos suministra también es de gran utilidad para conocer la trama urbana de la villa, ya que está organizado por calles y casas. El padrón comienza por la calle Real y le siguen la calle de la Carnicería, la de las Cuevas, de la Morería, del Castillo, la calle Nueva, la Blancaflor, la del Pozo, la de Angulo, para terminar en la calle del Río.

El documento guarda un interesante pregón por el cual se manda que quién: “ tuviere armas referidas en la cédula de su magestad las vengan a testificar dentro de dos días con apercibimiento que de no hacerlo se procederá contra los rebeldes como su magestad lo manda “. El testimonio final de este legajo, nos muestra la situación de crisis en la que se encontraba el país. La monarquía asfixiaba con impuestos y contribuciones a la nación para sostener sus conflictos en el exterior. En la memoria, los firmantes señalan que “ este concejo es muy pobre y no tiene propios para poder servir a su magestad en la prevención de las armas y no tener arbitrios que proponer a su magestad por haber servido por vía de donativos con ochocientos ducados pagados en seis años a que esta dicho concejo obligado “.

lunes, 4 de agosto de 2014

Palma del Río vado fortificado

El entorno de Palma del Río ha sido históricamente, una de las encrucijadas  más importantes del valle del Guadalquivir. La unión de los dos grandes ríos de Andalucía convirtió este fértil territorio, en cruce de caminos desde la antigüedad. El río Guadalquivir durante el imperio romano fue en una próspera vía de comunicación que también hizo navegable el Genil hasta Écija. En las orillas de estos ríos, se trazaron dos de los caminos históricos más importantes de la historia andaluza.  La vía romana desde Astigi (Ecija) hasta Emerita Augusta (Mérida) atravesaba el vado natural del Guadalquivir entre Palma y Peñaflor para internarse en Sierra Morena camino de  Extremadura. De mayor trascendencia para la posterior historia medieval, fue el desarrollo del camino por el norte del Guadalquivir que comunicaba Córdoba y Sevilla. Para enlazar  las dos  grandes ciudades de la bética se levantaron puentes como el que todavía podemos observar en el río Retortillo. La unión entre la vía terrestre y la vía fluvial convirtió esta comarca en un importante núcleo exportador de aceite para todo el imperio romano. 


En el discurrir de la historia, el periodo andalusí vio como esta prosperidad comercial decrecía sin llegar a desaparecer, pues la navegación del Guadalquivir aunque en menor medida pervive mediante barcas durante toda la Edad Media. Este factor y la cada vez más importante senda terrestre por el norte del río Grande, hizo que este camino fuera fortificado. Desde el tiempo de los Omeyas existían enclaves defensivos a orillas del Guadalquivir. Pero es en periodo Almohade cuando la amenaza de los reinos cristianos,  hace que este valioso camino sea jalonado de castillos y torres vigía. En la segunda mitad del siglo XII, se mejora la defensa del Guadalquivir en su vertiente norte por las incursiones castellanas que aprovechaban los pasos naturales de Sierra Morena para atacar el valle. Por ello, se crean o refuerzan enclaves fortificados, como Almodóvar, Moratalla, Hornachuelos y Setefilla. La encrucijada de caminos y vías fluviales que significa el vado de Palma del Río, cobra importancia y se blinda mediante un recinto militar con doble defensa formada por un castillo y una muralla que lo rodeaba. Este control del espacio del Guadalquivir medio estaba completado por otras fortalezas que tenían relación visual con Palma del Río. En primer lugar, a escasos seis kilómetros y en el otro lado de la confluencia de los dos grandes ríos andaluces nos encontramos la fortaleza de Peñaflor con castillo sobre una elevación y muralla en su perímetro. De este castillo realizado con la misma técnica que el de Palma (tapial) en la actualidad, solo se conservan restos de parte del muro este y sur. Tampoco podemos olvidar la relación entre este fortín y la torre de Villadiego, situados ambos en un punto donde controlaban tanto el camino como el paso del río.


En el pie de sierra Morena  y controlando la conexión entre la vía terrestre por la orilla norte del Guadalquivir y los pasos de sierra encontramos los interesantes castillos de Almenara y Toledillo. El primero de ellos posee un foso y una interesante torre de alzado octogonal pero de planta cuadrada. Este castillo durante el año 1453, pasó a formar parte del señorío de Palma y, posteriormente su título de marqués de Almenara recaía en el heredero del condado de los Portocarrero. El castillo de Toledillo o Malapié, se encuentra en una mesa elevada sobre el río Retortillo y guarda el paso natural que constituye este cauce que baja desde Sierra Morena a confluir con el Guadalquivir. Este bastión tiene un torreón de sillares que mira al norte y un recinto perimetral sobre la roca natural. Durante la baja Edad Media la casa de Palma intentó hacerse con su control pugnando con el obispo de Córdoba. Todos estos puntos de control militar, estratégico e incluso hacendístico,  nos han legado restos. Pero existían más enclaves en otros montes cercanos de los que sólo nos queda recuerdo en nombres de lugar, como por ejemplo la Atalaya. 


Tampoco debemos olvidar que el río Genil en su último tramo también estaba protegido. La importancia de Écija como gran municipio del Valle del Guadalquivir, hace que a su alrededor se establecieran en periodo islámico distintos lugares de control. Entre la orilla oeste del Genil y la antigua vía romana que siguió siendo utilizada como camino, se establecieron torres como la de Mochales, Torregil y la Atalaya de cabeza de Saetilla en la Serrezuela. El antiguo camino romano tenía ramales que comunicaban Écija con Lora del Río por la orilla Sur del Guadalquivir y allí encontramos el último castillo de este sistema defensivo. El desaparecido Hisn musulmán de Alhonce, se encontraba a orillas del arroyo de la Madre de Fuentes y el cruce de los caminos de Écija a Lora del Río y de Palma a la Monclova[1]. En la actualidad no perduran restos de este enclave defensivo, que también formó parte del señorío de Palma cuando en 1344 Egidio Bocanegra toma posesión de las cercanas tierras del Álamo “con su fuente, término, vasallos y castillo”. La importancia de la historia del entorno que nos rodea, con su organización mediante caminos, puentes, pueblos y castillos constituye un rico patrimonio a proteger y difundir. Por ello, en los próximos meses presentaré un libro guía de este patrimonio que se organizaba alrededor de una de las arterias naturales e históricas más importantes de Andalucía[2].





[1]Ordóñez Agulla S.M,  Márquez Pérez J., García-Dils de la Vega S.: Sistemas de información geográfica aplicados al territorio de Écija.  3º Congresso de Arqueología Peninsular. 1999. págs. 85-114.


Navarro Martínez, E.J: Castillos y fortificaciones del Valle Medio del Guadalquivir. Guía de patrimonio Fortificado. En prensa.