La
historia de los padrones, recuentos y censos de población en España ha tenido
una lenta evolución desde los tímidos intentos que comenzaron en la corona de
Castilla a principios de la Edad Moderna. Hasta la instauración en el siglo XIX
del padrón municipal de habitantes, hubo censos en el Siglo XVI como los de
pecheros (1528 – 1536), censo de Tomás González y las conocidas como
averiguaciones de las Alcabalas todos estos registros fueron de carácter
fiscal. En ellos la información sobre la población de cada villa es
fragmentaria y no se hizo en todos los territorios de la corona. Algunos
recuentos eran más específicos, como el realizado en 1571 para repartir por
Castilla a los moriscos expulsados de Granada.
Durante
el siglo XVII se realizaron pocos censos y normalmente están relacionados, como
veremos posteriormente, con la necesidad de recaudar donativos para la
asfixiada hacienda real en (1625, 1635 – 1637). También se realizaron recuentos
para el reparto de juros o para levas de soldados al final de la centuria. En
el siglo XVIII se realizó el catastro del Marqués de Ensenada, que constituye
la primera fuente poblacional generalizada. Además, en este siglo se llevaron a
cabo otros censos que llevan el nombre de los ministros que los promovieron
(Aranda, Floridablanca, Godoy). Esta progresiva toma de conciencia de los
gobernantes, estaba encaminada a conocer la realidad social, económica y
poblacional del reino, como primer paso para
administrarlo mejor, llega a su culmen en el siglo XIX. En este siglo se
establecieron las bases definitivas del padrón municipal de habitantes, que
sustituirá a las acciones anteriores realizadas
por el poder civil y el eclesiástico.
El
caso del padrón de Armas de Peñaflor constituye una interesante documentación
para conocer la realidad poblacional de esta villa a comienzos del siglo XVII.
En este legajo conservado en el Archivo Histórico Municipal de Écija y
realizado en marzo de 1636, podemos conocer datos sobre la población de la antigua
Celti. En aquel momento la villa tenía
un total 145 cabezas de familia, 122 de ellos casados por lo que el total de la
población adulta sería de unas 267 personas. La población general en este
momento sería difícil de conocer, pues falta información sobre clérigos, niños,
etc... Aún así gracias a este documento podemos saber los nombres de los
cabezas de familia (normalmente hombres), estado civil, la edad en ese momento,
el número aproximado de hijos, y alguna
información adicional. En otros casos se señala la profesión del cabeza de
familia, existiendo oficios como el de labrador, carpintero, albañil e incluso
algunos trabajos perdidos como el de pilero (peón que amasa el barro). Por el
carácter militar de este censo se presta especial atención, a los hombres que
han prestado servicio en la milicia. En aquel momento, la villa tenía unos 8
varones que había formado parte del ejército. Existe un documento similar
realizado en el mismo año para la vecina villa de Palma del Río, en el que los
datos recogidos son más resumidos. Aunque se indica el nombre, la edad, y
aparece en más casos señalada la profesión, no se menciona el número de hijos.
La
referencia que se toma para este censo es la calle y la casa, por esta razón el
documento también nos aporta una visión de la trama urbana del Peñaflor de
1636. El padrón empieza por la calle Real (actuales Juan Carlos I y primer
tramo de San Pedro), y continua por la calle de la Carnicería (actual calle
Arroyo), de las Cuevas, de la Morería (actuales Nicolás Benito y Cruz de
Morería), del Castillo (tramo actual entre el lado Este de la iglesia
parroquial hasta la Plaza de la Constitución), calle Nueva, Blancaflor, del
Pozo, de Angulo (actual San José), para terminar en la calle del Río (actual
Concepción Ruiz). Como observamos en el documento la villa se organiza en diez
calles, algo que coincide con la
representación urbana de Peñaflor en el mapa cartográfico de 1.628. En este
plano, se observa una configuración espacial en torno a la calle Real; donde
dos de las calles presentan una alineación horizontal Este-Oeste (calles Real y
Nueva), mientras que el resto lo hacen verticalmente sobre las anteriores
(orientación Norte-Sur). La única calle que no obedece a un trazado regular
vertical es la calle Morería, que con una configuración irregular, responde a
la pervivencia del trazado de la antigua villa amurallada árabe[1].
El
documento guarda un interesante pregón por el cual se manda a “quien tuviere armas referidas en la cédula
de su magestad las vengan a testificar dentro de dos días con apercibimiento
que de no hacerlo se procederá contra los rebeldes como su magestad lo manda“.
El testimonio final de este legajo, nos muestra la situación de crisis en la
que se encontraba el país ;la monarquía asfixiaba con impuestos y
contribuciones a la nación para sostener sus conflictos en el exterior, como se
pone de manifiesto en la obligación de pago de 0chocientos reales con los que
estaba cargada la población: los firmantes señalan que “este concejo es muy pobre y no tiene propios para poder servir a su
majestad en la prevención de las armas y no tener arbitrios que proponer a su
majestad por haber servido por vía de donativos con ochocientos ducados pagados
en seis años a que esta el dicho concejo
obligado“. Además en este párrafo final también se nos señala que los
derechos sobre las pocas tierras de propios que tenía el municipio son de la
corona y describe cuales son estas dehesas
“una dehesa que llaman del soto, y otra dehesa que llaman de fran ximon con su
ejido y el pasto de el ejido de el turuñuelo”.
El
objetivo de esta recopilación de información sobre la población, puede estar
relacionado con la unión de armas promovida por el Valido del rey Felipe IV
(Conde Duque de Olivares); mediante este proyecto se pretendía que todos los
“reinos, estados y señoríos” de la corona contribuyeran con hombres, armas y
dinero en proporción a su riqueza para la defensa del estado y sus intereses.
Recordemos que la monarquía hispánica estaba implicada en varios conflictos
armados en el continente y necesitaba recursos humanos, materiales y
monetarios. Por ello, se realizó este inventario que nos lega una importante
información sobre la población de Peñaflor a comienzos del siglo XVII.
A
continuación adjunto una transcripción de todos los nombres de los cabezas de
familia de peñaflor en 1636.
[1] Agradezco
las indicaciones de José Francisco López Muñoz sobre la equivalencia de las
calles del padrón con las actuales y el desarrollo urbano de Peñaflor.
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