El entorno de Palma del Río ha
sido históricamente, una de las encrucijadas
más importantes del valle del Guadalquivir. La unión de los dos grandes
ríos de Andalucía convirtió este fértil territorio, en cruce de caminos desde
la antigüedad. El río Guadalquivir durante el imperio romano fue en una
próspera vía de comunicación que también hizo navegable el Genil hasta Écija.
En las orillas de estos ríos, se trazaron dos de los caminos históricos más
importantes de la historia andaluza. La
vía romana desde Astigi (Ecija) hasta Emerita Augusta (Mérida) atravesaba el
vado natural del Guadalquivir entre Palma y Peñaflor para internarse en Sierra
Morena camino de Extremadura. De mayor
trascendencia para la posterior historia medieval, fue el desarrollo del camino
por el norte del Guadalquivir que comunicaba Córdoba y Sevilla. Para
enlazar las dos grandes ciudades de la bética se levantaron
puentes como el que todavía podemos observar en el río Retortillo. La unión
entre la vía terrestre y la vía fluvial convirtió esta comarca en un importante
núcleo exportador de aceite para todo el imperio romano.
En el discurrir de la historia,
el periodo andalusí vio como esta prosperidad comercial decrecía sin llegar a
desaparecer, pues la navegación del Guadalquivir aunque en menor medida pervive
mediante barcas durante toda la Edad Media. Este factor y la cada vez más
importante senda terrestre por el norte del río Grande, hizo que este camino
fuera fortificado. Desde el tiempo de los Omeyas existían enclaves defensivos a
orillas del Guadalquivir. Pero es en periodo Almohade cuando la amenaza de los
reinos cristianos, hace que este valioso
camino sea jalonado de castillos y torres vigía. En la segunda mitad del siglo
XII, se mejora la defensa del Guadalquivir en su vertiente norte por las
incursiones castellanas que aprovechaban los pasos naturales de Sierra Morena
para atacar el valle. Por ello, se crean o refuerzan enclaves fortificados,
como Almodóvar, Moratalla, Hornachuelos y Setefilla. La encrucijada de caminos
y vías fluviales que significa el vado de Palma del Río, cobra importancia y se
blinda mediante un recinto militar con doble defensa formada por un castillo y
una muralla que lo rodeaba. Este control del espacio del Guadalquivir medio
estaba completado por otras fortalezas que tenían relación visual con Palma del
Río. En primer lugar, a escasos seis kilómetros y en el otro lado de la
confluencia de los dos grandes ríos andaluces nos encontramos la fortaleza de
Peñaflor con castillo sobre una elevación y muralla en su perímetro. De este
castillo realizado con la misma técnica que el de Palma (tapial) en la
actualidad, solo se conservan restos de parte del muro este y sur. Tampoco
podemos olvidar la relación entre este fortín y la torre de Villadiego,
situados ambos en un punto donde controlaban tanto el camino como el paso del
río.
En el pie de sierra Morena y controlando la conexión entre la vía
terrestre por la orilla norte del Guadalquivir y los pasos de sierra
encontramos los interesantes castillos de Almenara y Toledillo. El primero de
ellos posee un foso y una interesante torre de alzado octogonal pero de planta
cuadrada. Este castillo durante el año 1453, pasó a formar parte del señorío de
Palma y, posteriormente su título de marqués de Almenara recaía en el heredero
del condado de los Portocarrero. El castillo de Toledillo o Malapié, se
encuentra en una mesa elevada sobre el río Retortillo y guarda el paso natural
que constituye este cauce que baja desde Sierra Morena a confluir con el
Guadalquivir. Este bastión tiene un torreón de sillares que mira al norte y un
recinto perimetral sobre la roca natural. Durante la baja Edad Media la casa de
Palma intentó hacerse con su control pugnando con el obispo de Córdoba. Todos
estos puntos de control militar, estratégico e incluso hacendístico, nos han legado restos. Pero existían más
enclaves en otros montes cercanos de los que sólo nos queda recuerdo en nombres
de lugar, como por ejemplo la Atalaya.
Tampoco debemos olvidar que el
río Genil en su último tramo también estaba protegido. La importancia de Écija
como gran municipio del Valle del Guadalquivir, hace que a su alrededor se
establecieran en periodo islámico distintos lugares de control. Entre la orilla
oeste del Genil y la antigua vía romana que siguió siendo utilizada como
camino, se establecieron torres como la de Mochales, Torregil y la Atalaya de
cabeza de Saetilla en la Serrezuela. El antiguo camino romano tenía ramales que
comunicaban Écija con Lora del Río por la orilla Sur del Guadalquivir y allí
encontramos el último castillo de este sistema defensivo. El desaparecido Hisn
musulmán de Alhonce, se encontraba a orillas del arroyo de la Madre de Fuentes
y el cruce de los caminos de Écija a Lora del Río y de Palma a la Monclova[1].
En la actualidad no perduran restos de este enclave defensivo, que también
formó parte del señorío de Palma cuando en 1344 Egidio Bocanegra toma posesión
de las cercanas tierras del Álamo “con su fuente, término, vasallos y
castillo”. La importancia de la historia del entorno que nos rodea, con su
organización mediante caminos, puentes, pueblos y castillos constituye un rico
patrimonio a proteger y difundir. Por ello, en los próximos meses presentaré un
libro guía de este patrimonio que se organizaba alrededor de una de las
arterias naturales e históricas más importantes de Andalucía[2].
[1]Ordóñez Agulla S.M, Márquez Pérez J., García-Dils de la Vega S.: Sistemas de información geográfica aplicados al territorio de Écija. 3º Congresso de
Arqueología Peninsular. 1999. págs. 85-114.
Navarro Martínez, E.J: Castillos y fortificaciones del Valle Medio del Guadalquivir. Guía de patrimonio Fortificado. En prensa.
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